martes, 17 de diciembre de 2013




Querido Papá Noel:


No sé si al ver la casa tan callada, entrarás, pero igual escribo mi carta de todos los años y lo pongo al pie de este arbolito que desde hace muchos años me acompaña...

En la anterior Navidad me despedía de ti porque debía ir a cumplir parte de mi destino; me encontraste sola; ya no hay niños en la casa –dijiste- y a mi, me abruma el silencio. Lo sé y no te culpo…

Hoy me encuentro en una Navidad ya conocida, con aroma a flor de coco, con el pesebre instalado por mis nietos, preparados para la espera…

Sólo falta tu guiño cómplice y esa risa incomparable con que te anuncias al llegar…  JO JO JO JOOOOO!!!

El árbol está desierto y callado; no compré regalos, ya no tengo a quién puedas entregar, pero te espero… si entras, tendrás tu copa de sidra con que siempre te espero para brindar por el amor...

Hoy quiero agradecerte por las muchas Navidades felices, por los miles de bellos regalos recibidos, por ayudarme a llevar adelante la fantasía en mis hijos; por hacerme entender que es el día ANIVERSARIO de un niño que cambió el mundo con su AMOR.

Que es el cumpleaños de Jesús, aunque el mundo no lo entienda así.

Gracias Papá Noel, si esta noche nos encontramos en la casa de mis nietos… haz de cuenta que no nos conocemos y te haré “un guiño cómplice…” otro día puedes venir a visitarme para recordar juntos, esos días felices y te contaré las anécdotas del año vivido.

Hasta la próxima Navidad, Papá Noel…






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